Y llegó el día. Comenzaron en la escuela hace algunos años, en muchos casos cuando recién cambiaban el pintorcito colorido por el guardapolvo blanco. Aprendieron sus primeras letras con nosotros con mucho entusiasmo, a sumar y a restar. Siempre hacían un montón de dibujitos que regalaban a sus seños y profes más queridos, jugaban a la mancha y a la escondida en los recreos. A veces traían juguetes de sus casas, compartían golosinas con sus compañeros, bailaban cuando había música en el patio y de vez en cuando se iban de excursión. Fueron creciendo, les fueron cambiando las voces, se hicieron más altos y el tiempo fue pasando casi sin darse cuenta, muy muy rápido. Tuvieron varias seños y profes y cada uno de ellos les dejó recuerdos y enseñanzas distintos, momentos que formarán parte de su historia y de su identidad.
Llegó el día porque están más grandes, porque recibieron de la escuela todo lo que ella podía darles, y ahora ya están listos para el siguiente desafío, la nueva etapa: la escuela secundaria. Y aunque los vamos a extrañar y nos emocionemos (algunas seños hasta lagrimean un poco), estamos muy contentos por ellos. Vemos todo lo que consiguieron y cuánto aprendieron aún en medio de tantas dificultades como hubo en este último año, cómo siguieron adelante desde sus casas, frente a las pantallas y con sus señoritas y profesores del otro lado. Por todo eso, además de contentos estamos orgullosos y les deseamos lo mejor para todo lo que está por venir.
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